No hay duda que este año todo viene marcado por la pandemia, salir de viaje se convierte en un placer doble, un tanto balsámico y terapéutico.
Condicionada por todo esto y sin hacer uso del avión que tantos kilómetros de carretera ahorra, nos ha permitido descubrir paraísos cercanos.
Una elección rápida nos llevó en principio a Cantabría, dividido en dos zonas, una a los pies de los Picos de Europa y la otra a la Vega de Pas, con unas pinceladas de costa.
La otra fuera de España a la fértil región del Perigord francés.
Si en el título de esta entrada hablaba de campo, es porque realmente es lo que buscaba, logicamente para llegar a estos puntos he pasado y disfrutado de imponentes montañas, incluso respirado la ansiada brisa del mar...y tanto uno como lo otro me he emocionan, pero es en el campo donde me siento a gusto y si tengo que elegir un ideal, la mezcla de campo y ciudad es perfecta.
Será que pasado el primer impacto emocional de grandes montañas u horizontes infinitos de agua se me hacen inabalcables y renuncio a explorar con ganas.
Todo lo contrario me ocurre cuando es un camino, una niebla que baja, la callejula de un pueblo me lleva a descubrir la puerta carcomida de una casa cerrada, despertando mi curiosidad y llenándome de serenidad.
Con cámara en mano os invito a esta sencilla guía sin pretensiones, un breve recorrido por
estos hermosos lugares, que he dividido en diferentes entradas.
