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Budapest

Desde que visité Budapest quise regresar, el recuerdo de una ciudad hermosa y nevada se me quedó en el corazón, pocas veces me sentí tan compensada con mis fotos.

De manera que esperé disfrutar de la experiencia eligiendo la misma época del año, donde las posibilidades de esa deseada nieve se dieran de nuevo.


Nada más lejos, nos acompañó un sol radiante que si bien hizo más fácil deambular por las calles, no permitió que disfrutara de esa luz suave tan deseada, a esto se unió unas obras que envolvían edificios y grúas que entorpecían cualquier horizonte.


Pasado el primer desencuentro con la ciudad, pensé en dar otro giro a la visita y ayudada por guías que conocen mil rincones, historia, gastronomía …me dediqué a vivirla, por supuesto con cámara en mano, pero de manera más relajada, de sus calles, locales, restaurantes, siempre tan importante como llevarse unas fotos.


Aquí, algunas de esas fotos


Para los que no conozcan la ciudad, se encuentra dividida por el Danubio en Buda y Pest. Posee unos puentes icónicos, un mercado en el centro que hace las delicias de cualquier gourmet, balnearios que te trasladan a otras épocas mientras sus aguas cálidas te permiten estar en el exterior helado, un Parlamento que está entre los más grandes del mundo …

en sus edificios y monumentos quedan huellas de un pasado a veces doloroso, pero en la actualidad lugares como el barrio judio con sus “bares ruinas” la capital húngara a sabido reconvertir en míticos garitos.


Tantos momentos mágicos, el atardecer desde el “Bastión de los Pescadores”, un crucero nocturno por el Danubio, cenar en el barrio Judio un rakoutt y luego visitar los pub ruinas, pasear por la elegante avenida Andrassy, merendar una “chimenea dulce” y calentita, bañarse en las termas o tomar un té en sus sofisticadas cafeterías…la lista es larga de pequeños placeres en una ciudad única.



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